Por: Gabriel Mercado
Estas elecciones han sido muy especiales, en particular por el
descontento de la ciudadanía hacia el perfil de los candidatos y la guerra sucia iniciada incluso desde las precampañas, lo cual ha derivado en una decepción en una buena parte del electorado, y unas ganas
fervientes por no acudir a las urnas o de hacerlo, ir sólo para
anular el voto.
La cuestión es ¿vale la pena
no elegir a ninguno de los candidatos? Muchos se preguntan: por qué debería votar por estas personas si no me han dado un propuesta convincente, no me gusta su partido, no me agrada su pasado o vienen a prometer lo que todos prometen y
no cumplen.
El
repudio hacia la clase política en la población se ha acrecentado con los años, debido a malos gobierno, corruptelas, una política economía atroz y una violencia desenfrenada y sangrienta.
Ni el presidente, ni los gobernadores ni los alcaldes han logrado dar los resultados que el pueblo
demanda, la gente es exigente, pero sin importar sus protestas o sus
gritos silenciosos, no ha habido respuesta positiva de la clase política en ningún nivel o esta ha sido muy pobre.
¿Entonces cómo el ciudadano de a pie podría hacer válido su
reclamo?, cómo hacerle ver al legislador que aprueba cuentas públicas amañadas que será castigado de algún modo o al funcionario que cometió un acto irregular que recibirá una
sanción, aunque ante los ojos de las auditorías, pese a sus propios señalamientos, es
exonerado porque "subsanó las observaciones".
No importa si estos funcionarios
desviaron recursos públicos,
despilfarraron el erario en su informe, en cerveza para sus eventos, en viajes, en viáticos o dejaron
obras inconclusas e inútiles en las que se fueron cientos de millones de pesos. La mayoría sigue nadando como pez en al agua en el gobierno o postulándose como
candidato.
Imaginemos que están en la primaria o secundaria y van a armar un equipo de futbol para una
cascarita. Antaño dos personas elegían de entre un grupo de niños, y seleccionaban de preferencia a los
mejores, ya que lo importante era
ganar o divertirse, y para ello lo mejor era tener al grupo más
competitivo.
Tal vez no podías incluir a un niño de otra escuela que sabes juega mejor, es más rápido o más hábil con el balón, porque simplemente
no podía entrar al plantel, ni tampoco tendrías a la mano a un Cristiano Ronaldo o un Messi para elegir por obvias razones. Es decir, sólo podías escoger de los jugadores
a la mano.
Si aplicamos esto a la práctica electoral. El ciudadano debe ser diestro y obtener la suficiente información para elegir al
mejor candidato. Este año el equipo se va a llamar
México,
y los electores lo van a armar. Para ello deben ser concientes de muchos aspectos:
-La formación: ¿Qué vamos a elegir este 2012?
Presidente, senadores y diputados. Debemos tener los conocimientos básicos del papel de cada uno, sus funciones y lo que pueden y no pueden hacer, y comparar con el perfil de los aspirantes, para así saber si son lo suficientemente
aptos para desempeñar esa labor o al menos harán una
buena representación del equipo.
-Las capacidades: Si vas a poner un portero eliges a alguien bueno con las manos. Si será el delantero, será alguien especialista en el disparo, un mediocampista sería un buen pasador o con dribleo. Además, si ya una vez pusiste a tu equipo a alguien que no conocías, y terminó en una posición en la cual
fracasó, no lo escoges o no lo vuelves a poner ahí. ¿Entonces por qué votaría por una persona que te ofrece terminar con la
corrupción si cuando fue alcalde se le acusó de malos manejos en las finanzas? Por qué poner a un individuo como representante popular en el Congreso de la Unión si cuando fue legislador local
nunca subió a tribuna, faltó la mayoría de las sesiones, estuvo en contra de iniciativas de avanzada que eran necesarias y/o nunca propuso una buena
reforma.
-La figura: Cuauhtémoc Blanco no es un adonis, y sin embargo fue un buen jugador de futbol, Hugo Sánchez será muy presuntuoso y le caerá mal a algunos, pero eso no quita que logró 5 pichichis. Es decir, la selección debe ser en base a sus
logros y no sus
rostros, forma de hablar, de vestir o el sentimiento de
empatía que generen. Si son buenos para el puesto, por muy fea o bella que sea la persona, lo
relevante es lo que logre para el equipo.
-Los rumores: No te
precuparías para meter a un jugador si dicen que es mujeriego o si le gusta presumir joyas finas o si sus hijos son malcriados o dicen que sus amigos son unos ladrones. La persona a entrar al equipo se dedicará a jugar, no a otras cosas, y en caso que
"eso que dicen" lo pudiera hacer y en alguna forma afectaría al grupo, entonces hay que
evaluar detenidamente a los otros.
Todo esto redundaría en el típíco "elegir al menos peor", pero no es así, los ciudadanos debemos quitar la negatividad de nuestras mentes y pensar en emitir el sufragio
"por el mejor". ¿Cómo informarse? Están en internet los perfiles abiertos de los candidatos, pueden buscar en los medios en la web datos sobre ellos,
desempeño en sus posiciones de gobierno, si es que las han tenido o logros como miembros de la sociedad. Todo eso se debe
sopesar y a partir de ahí ir por el que consideren el
más apto.
Es libertad de cada quien
no votar o anular su voto, pero en la escuela pasaba que si no querías elegir, alguien más entraría al quite para armar al equipo, y a lo mejor terminabas jugando con los peores y
perdías o para tu infortunio, ni siquiera te escogían para jugar y quedabas
fuera y relegado.
Esta es la forma de
demostrar a los políticos que la sociedad
piensa y decide. Así es como podemos castigar a aquellos que no tuvieron buenos desempeños o incumplieron su palabra. Recuerden que lo importante es ganar, y no es una
victoria cualquiera la que se busca, es un triunfo en aras de construir una mejor sociedad, un gobierno verdaderamente preocupado por darnos una calidad de vida decente, con mayor seguridad, empleo, educación, salud y un largo etcétera.
Así es la
democracia, ese es el poder ciudadano. Se peleó muchos, muchos años por obtenerlo, ¿y no piensan
aprovecharlo? Deberían reconsiderar aquellos indecisos y asistir a las urnas para poder ser parte de los "armadores" de este equipo, al cual en realidad
pertenecemos todos.