viernes, 8 de junio de 2012

La realidad del IMSS: Morir sin alcanzar siquiera un colchón


Por Gabriel Mercado

Culiacán, Sinaloa. "Roberto" tiene unos 70 años, fue despachado al área de Urgencias de la Clínica 35 del Seguro Social tras una consulta de rutina. El médico familiar al ver los análisis que el paciente tuvo que practicarse por fuera ante la lentitud y burocracia del IMSS, lo mandó allá. El señor había sentido malestar en la cabeza y mareos, la familia prefirió ir con un especialista al Hospital Civil y a una clínica de análisis para saber que tenía para no esperar las semanas o meses que tarda el IMSS en mandar hacer la examinación, la visita fue parte de su tratamiento normal.

Sin embargo, pese a la urgencia, "Roberto" tuvo que esperar sentado en una silla con un suero puesto durante más de 12 horas para que lo acomodaran en una cama, en esa misma sala.

Junto a él aguardaban al menos otras 10 personas, de diferentes edades, la mayoría adultos mayores. Las camas estaban repletas de enfermos, más de 20, todos ellos esperando ser enviados a piso, para luego ver al especialista, ser operados o saber al menos qué seguiría. Unos estaban postrados con sueros, vendajes, respiradores artificiales o equipos para saber el funcionamiento de su corazón. Una muchacha ubicada en una silla mantenía su pie enyesado en una de las escalerillas que usan para subir a la cama. Los médicos le recomendaron tuviera en alto la extremidad, pero si acaso la tenía despegada del suelo unos 30 centímetros.

Otra joven tenía problemas de la vejiga. No había ido al baño en unas 24 horas. Se sentía hinchada, y sería hasta la mañana siguiente cuando la vería el doctor.

Se obvervaban rostros cansados, angustiados y con dolor. Las enfermeras lo único que atinaban a decir es que cuando se desocupara una cama los acomodarían. Otro señor de unos 80 años al lado de "Roberto" estaba desde las ocho de la mañana, y fue hasta pasadas de la 12 de la noche que subió a un colchón con algo de ayuda al no poder siquiera caminar.

Fue entre dos y tres de la mañana cuando "Roberto" alcanzó un lugar, siendo que estuvo desde las nueve de la mañana del día anterior. Otros seguían esperando y unos dos nunca alcanzaron sitio, murieron en el área ante complicaciones de sus propios males.

"Roberto" estuvo todo el primer día y el siguiente sin probar bocado por si pasaban a operarlo, pero aún no lo miraba el especialista, fue hasta el tercer día que le dieron comida y subió a "piso". El especialista, un neurólogo, por fin lo atendió. Se asustó al ver la infomación y darse cuenta que el paciente tenía diabetes y todo ese tiempo las enfermeras no le dieron medicinas ni permitieron que la esposa se las diera porque no sabían si afectaría en otros análisis o una posible operación. Él pudo sufrir en ese lapso un coma diabético. Luego se dieron cuenta que faltaban parte de los análisis que habían costado casi 6 mil pesos. Un médico los extravió al llevarlos a los practicantes para que lo vieran. Tuvieron que volverle a hacérselos ahí mismo. "Pudieron haberme hablado el primer días las enfermeras, yo estaba desocupado", les dijo el doctor. El paciente fue enviado además a otro hospital a realizarle una resonancia magnética porque ahí no tenía el equipo. Luego de otras revisiones "Roberto" afortunadamente no requirió operación y sigue en tratamiento ya en su casa, mientras otros pacientes aún aguardan en el Seguro su turno.

Esta es la realidad de la clínica 35 del Seguro Social en Culiacán. Pude constatar como pacientes pasan largas horas en sillas a la espera de una cama desocupada al menos para poder recostarse y descansar. En ocasiones es hasta el otro día cuando los ve el especialista. Según declaraciones de pacientes y sus familiares, las enfermeras no se dan abasto, perdían análisis que buscaban hasta abajo de los colchones. Es casi inhumano ver gente enferma que ni siquiera puede estar acostada en reposo, y con el riesgo de agravarse su enfermedad sin que nadie sepa la atención debida o llamen al que puede atenderlos.

Otros familiares me contaron la siguiente historia: Estaban por operar a su hijo, pero lo enviarían  a Guadalajara porque la clínica del IMSS allá hacía una operación con láser, sin necesidad de cirugía mayor. Fueron trasladados en una ambulancia desde Culiacán, pero al llegar allá se llevaron la sorpresa que el equipo se había descompuesto. Les propusieron operarlo tal y como lo harían en Culiacán, pero se negaron porque no tendrían dónde quedarse a dormir allá esperando la recuperación del joven. Cuando quisieron regresar se dieron cuenta que la ambulancia se había ido sin ellos. Hablaron con los del hospital y les indicaron que se fueran en autobús y les dieron un documento para cobrar lo del traslado a su regreso. Lo que les pagaron fue menos de lo que gastaron para volver, además que tuvieron que viajar en camión con el muchacho enfermo.

Las carencias del Seguro Social son descaradas. La gente prefiere atenderse por fuera para agilizar la atención o llevar con otros especialistas a sus seres queridos antes que perderlos en urgencias esperando sin ser vistos. Además por la falta de medicinas mejor las adquieren por fuera. Un médico particular que atiende también a "Roberto", quien es conocido mío y prefiero omitir su nombre, le recomendó no tomar las pastillas del IMSS porque son de genéricos y no tienen elementos que las hacen más efectivas y le sugirió otra marca.
No debemos de permitir no den este tipo de atención. Hay que levantar la voz para que nos escuchen nuestros legisladores, los administradores del Seguro, el delegado y el gobierno federal, para que volteen y vean el trato pésimo que ofrecen. ¿Esta es acaso la clase de Salud Universal que tratan de darnos? Pues yo les digo algo: No merecemos nos traten así.










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